miércoles, 24 de junio de 2015

Cuando ser mujer es un riesgo

Hoy voy a tratar un tema que lleva tiempo en mi sección de borradores, porque cada vez que abro fuentes y noticias, cada vez que leo otros blogs, otras opiniones, otras informaciones, se me cae el mundo. Es muy duro tener que enfrentarse a una realidad tan dolorosa, de la que apenas hay información fuera del morbo mediático y que siempre está rodeada de comentarios ajenos que intentan quitarle hierro o, en el peor de los casos, justificar algo tan injustificable como la violencia, de género, en este caso.

Poniéndonos en contexto, la violencia de género se define como:
El tipo de violencia física o psicológica ejercida contra cualquier persona sobre la base de su sexo o género, que impacta de manera negativa su identidad y bienestar social, físico o psicológico
De acuerdo a Naciones Unidas, el término es utilizado para distinguir la violencia común de aquella que se dirige a individuos o grupos sobre la base de su género. Es un problema que puede incluir asaltos o violaciones sexuales, prostitución forzada, explotación laboral, el aborto selectivo por sexo, violencia física y sexual contra prostitutas, infanticidio femenino, castración parcial o total, ablación de clítoris, tráfico de personas, violaciones sexuales durante período de guerra, patrones de acoso u hostigamiento en organizaciones masculinas, ataques homofóbicos hacia personas o grupos de homosexuales, bisexuales y transgéneros, entre otros.


viernes, 5 de junio de 2015

Buf, en serio, ¿son realmente necesarias tantas "etiquetas"?

El mundo cada día es más global, cada vez existen más formas de comunicarnos con cualquier persona de cualquier parte del planeta, y esto implica que, antes o después, nos vamos a encontrar con personas y situaciones que desafiarán los límites de nuestro pequeño universo y que, para bien o mal, ampliarán la experiencia y la visión que tenemos de la vida.

Sin embargo, si por algo se caracteriza el ser humano es por su, a menudo agresiva, aversión al cambio. Nos gusta la comodidad que nos ofrece sentir que tenemos el control, que conocemos todo lo que se puede conocer, que estamos preparados para cualquier cosa. Así, cada vez que nos encontramos ante algo o alguien diferente el primer impulso consiste siempre en encajarlo a la fuerza en nuestro molde o en eliminarlo, si no se puede amoldar lo suficiente.