El feminismo busca, fundamentalmente, la igualdad de oportunidades entre sexos y géneros. Para que se dé esta igualdad de oportunidades de manera real, sin embargo, resulta indispensable tener la libertad de elegir entre las distintas opciones y situaciones que se nos presentan a lo largo de nuestra vida.
Con el impulso del movimiento, hay mucha gente que directamente asume como libre cualquier elección, independientemente de su contexto, achacando que "lo ha elegido voluntariamente". Sin embargo, no siempre es así, especialmente cuando se trata de mujeres y de sus decisiones, pues son las que más sufren la presión social y suelen amoldarse a lo que se espera de ellas.
Cuando imaginamos las elecciones, pensamos en un camino con bifurcaciones, en el que la única dificultad radica en decidir qué dirección tomar, pero en realidad es algo parecido a un océano, en el que existen corrientes, tormentas y zonas de calma, que influyen en nuestra capacidad de elegir y que hacen más o menos duro mantener nuestro camino.
Demasiado delgada, demasiado gorda, deberías hacer esto, deberías hacer lo otro...
Estas corrientes y tormentas representan multitud de factores sociales, como la socialización de género, es decir, la forma en que hemos aprendido a comportarnos y juzgar a los demás a través de lo "apropiado" para un género.
Por ejemplo, una mujer decide vestirse de manera 'femenina', lo que genera aceptación social. Así, vestir como la sociedad espera la sitúa en una zona de calma, una ruta que es fácil seguir porque el oleaje es ligero y el viento sopla a la espalda.
Sin embargo, también decide no usar maquillaje, porque le resulta incómodo e innecesario para su vida diaria. Por esta razón, cuando sale al mundo, todos le comentan lo cansada que parece, le preguntan si se encuentra bien o si está enferma. Su currículo le consigue muchas entrevistas, pero apenas consigue alguna llamada de vuelta.
Un día, decide empezar a maquillarse. Nada excesivo, un poco de rímel y quizá algo de colorete. La gente alaba su vitalidad y lo brillante que está. Incluso consigue un buen trabajo rápidamente.
Eligió maquillarse, pero no por que fuera lo que ella quería, sino porque le iba a ayudar a mejorar su situación personal o a disminuir los comentarios dañinos. Para las que sufren algún tipo de marginación adicional, como ser de color, ser trans, padecer alguna discapacidad o no confinarse a los estándares físicos actuales, ajustarse a las estándares sociales es una forma de supervivencia.
Con esto no quiero decir que el maquillaje sea malo, ni mucho menos. El maquillaje, como muchas otras cosas, no es más que una herramienta, algo que puedes utilizar de muchas formas, ya sea para expresarte artísticamente o para crear una fachada de cara al mundo, entre otras. Sin embargo, hay que hacer notar la influencia que ejerce el patriarcado sobre su uso común y comercial, destinado a llamar la atención de los hombres más que a formar parte de la expresión personal.
"Puede que no me adecue a algunas ideas sobre el género, pero estoy orgullosa de ser de DC"
(Anuncio parte de una campaña de aceptación de personas transgénero en Washington)
Como esta, hay muchas elecciones en las que las presiones culturales y sistémicas ejercen más fuerza de la que a simple vista parece, por lo que asumir que toda elección de una mujer (sea feminista o no) parte del feminismo es, cuanto menos, precipitado, puesto que así evitamos reflexionar sobre las influencias que confluyen en dicha decisión, invisibilizando así las opresiones que no nos resultan obvias.
Es importante, por tanto, resaltar el hecho de que no es malo tener actitudes y gustos que se correspondan con los socialmente aceptados y asociados a los roles de género tradicionales, pero sí que es necesario respetar y apoyar las elecciones de quienes prefieren expresarse de otra manera, ya sea a través del vestir, del maquillaje, del lenguaje o de cualquier otro elemento identitario.
Puede parecer una tontería dedicar tanto texto a algo así, a explicar algo que, a simple vista, parece algo obvio o sin demasiada importancia, pero conforme nos alejamos de los estándares de la mujer cis blanca de belleza normativa, estas cosas empiezan a ganar protagonismo. Querer expresarte y no poder porque "no pega con tu color de piel" o "eso no le pega a alguien de tu talla" o porque "niño, que van a pensar que eres mariquita desos" son experiencias muy duras que muchísima gente vive a diario, sin apenas entornos seguros en los que refugiarse, pues incluso los entornos de la familia y los amigos suelen estar corruptos por la influencia de la tradición.
Desde aquí os animo a reflexionar sobre vuestras elecciones, sobre vuestros juicios, sobre lo que hacéis y por qué lo hacéis, y cómo afectáis a las elecciones de los demás. ¿Eres realmente libre cuando escoges no sufrir en vez de ser feliz?
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Este post es una traducción/adaptación de un comic realizado para la web Everyday Feminism que podréis encontrar en
http://everydayfeminism.com/2015/07/choices-not-always-feminist/
Mientras iba leyendo, decía, esto lo he leido yo antes, y luego llego al final y veo lo de everyday feminism, y es en plan "no, si ya lo decía yo"... Ese comic me gustó mucho, además adoro a su autore. Tienes un buen blog, estoy esperando la entrada sobre elle (que, por cierto, yo uso). Me gusta ampliar perspectivas, aunque advierto que no soy fácil de convencer
ResponderEliminarGracias por leer y por tu aportación. La verdad es que llevo un tiempo sin mucha inspiración para escribir algo que considere adecuado para esto. Hablar de estas cosas me parece algo importante y soy demasiado exigente xD
EliminarSi sigues leyendo, espero que sea de tu agrado. Saludos.