martes, 14 de julio de 2015

Victim Blaming - Culpa a la víctima, protege al agresor

Imagina lo siguiente: Estás andando por la calle, ya son más de las diez de la noche, y vuelves a casa como muchos otros. Cada vez hay menos gente y cada sonido extraño te alarma. Oyes unos pasos detrás tuya y aceleras el paso. De repente, unos jóvenes te asaltan con una navaja y te golpean y amenazan, en el mejor de los casos, para que les entregues tu teléfono móvil. Se lo das y vuelves a casa abatido y asustado, esperando un poco de comprensión y un reconfortante abrazo, pero en lugar de eso, tus padres te empiezan a chillar porque "lo ibas pidiendo a gritos". "Seguro que ibas con el whatsapp por la calle", dice tu padre mientras tu madre llora. ¿Cuántas veces te han dicho que usar ese móvil es una invitación a que te lo roben? El culpable eres tú y sólo tú, por llevarlo ahí fuera.

Imagina esta otra situación: Estás en un bar, tomando unas cervezas con tus amigos. Un chico que está en la mesa de al lado se acerca y se une a la conversación. Parece simpático, tenéis cosas en común y te lo estás pasando bien. Te llega un mensaje al móvil y respondes. Él lo halaga, le gusta el modelo y te habla de lo bien que funciona una de sus aplicaciones favoritas. Pasáis una buena noche todos juntos, pero cuando vas a irte te das cuenta de que no tienes tu teléfono, y ves a ese otro chico con él en las manos. Se lo pides, pero se niega a devolverlo bajo la excusa de que "se lo has restregado por delante toda la noche, ahora no puedes quejarte". Al día siguiente vas a la comisaría a denunciar el robo, pero los agentes se ríen de ti y te preguntan si realmente te han robado el teléfono, si "puede ser que se lo dieras porque estabas borracho" o si "se lo diste porque quisiste y ahora te arrepientes". Aun así, pones la denuncia. Un rumor cuenta que "le dijiste que se lo ibas a dar, pero a última hora te arrepentiste, así que él no tuvo más remedio que cogerlo".


Suena totalmente ridículo, ¿verdad? Que te roben no es culpa tuya, lleves lo que lleves encima, estés donde estés y salgas con quien salgas. De la misma forma, si le ibas a prestar algo a alguien y te arrepientes, estás en tu derecho, nadie puede quitarte lo que es tuyo porque en algún momento estuvieras dispuesto a darlo. Lo mismo pasa con las violaciones y las agresiones sexuales. Nadie debería ser violado, independientemente de la ropa que lleve, de la hora que sea, de cómo de borracho esté... Nadie tiene ese derecho sobre otra persona bajo ningún concepto. Desconocidos, amigos, parejas, maridos... nadie. Nadie.


Vivimos inmersos en un mundo que no hace más que reforzar la cultura de la violación, la creencia de que es normal que una mujer sea violada a causa de algún elemento arbitrario, como la ropa que lleva o la hora a la que sucede.

Ayer mismo se dio la noticia de que, tristemente, una chica fue violada durante las celebraciones de San Fermín. Mientras el violador la agredía, varios amigos del susodicho vigilaban, le animaban y se reían, comprensible ante lo treméndamente cómica que resulta una situación así, ¿verdad? Pues bien, en pocos momentos, las redes se llenaron de mensajes de condena hacia la chica violada y de justificaciones de tan terrible suceso.
Para que veáis lo interiorizada que está la cultura de la violación, la gran mayoría de mensajes que justificaban la agresión eran similares a estos y, de igual modo, estaban escritos por otras mujeres que alegaban "demostrar" que ellas no pueden ser objeto de violación porque no hacen nada que pueda "tener consecuencias".


Lamentablemente para ellas, las violaciones y las agresiones sexuales no dependen de lo que hagan o dejen de hacer, si no de la mala suerte que tengan al encontrarse con un hombre que se piense con derechos sobre sus cuerpos y sus libertades. No creo que ningún violador se haya acercado a su víctima y, al ver que no llevan escote y minifalda, se retorciera de dolor gritando "¡No! ¡Ropa recatada! ¡Mi única debilidad!" para luego explotar en una nube de humo, llamas y rohypnol.

Esta práctica, conocida como Victim Blaming (Culpar a la víctima), es una de las ideas más internalizadas del machismo. Pensar que la responsabilidad de un acto tan terrible como la violación recae en la violada es algo cruel, deleznable y toda una falta de respeto al dolor de la víctima, a parte de una tremenda falta de empatía.

Es una creencia tan enraizada en el pensamiento colectivo que incluso modifica el lenguaje y la realidad de quienes viven en nuestra sociedad. "No me gusta que te pongas esa ropa, me da miedo", "Me da miedo que vuelvas sola"... son frases que dejan fuera el componente principal de dicha preocupación, que alguien viole a tu hija, a tu hermana, a tu amiga.

La compañera @_missmovin0n explicando muy bien esto que os digo

La ropa no da miedo. Una minifalda no asusta, un escote no te hace salir corriendo mientras gritas. Una calle no da miedo. Una bebida no da miedo. Da miedo que un hombre te agreda utilizando cualquiera de estas excusas como chivo expiatorio para no enfrentarse a la realidad de que ha cometido un tremendo atropello contra ti.

Curiosamente, la mujer agredida siempre es la responsable de la agresión, porque "debería haber usado X método anti-violaciones" o porque "debería haber llevado un artilugio de defensa" o por cualquiera de las razones antes vistas  y muchas más que se pueden inventar, mientras que la actitud del hombre siempre es justificada de manera que resulte normal que los hombres violen, que es parte de ser hombre y que no se puede evitar, excepto si la mujer no se pone en "situaciones de riesgo".

Aun así, las estadísticas indican que un tercio, aproximadamente, de las violaciones las realiza un familiar, la propia pareja u otras personas cercanas como amigos. La violación no es "gusto por el sexo", la violación siempre es un acto de poder y dominancia que pretende establecer una situación de posesión por parte del agresor sobre alguien que considera que le pertenece o le debe su existencia.


Por último, no olvidemos que, según las estadísticas, 1 de cada 6 hombres es asaltado sexualmente a lo largo de su vida, y en la mayoría de ocasiones ocurre antes de alcanzar la mayoría de edad, a manos de otros hombres adultos de la familia o cercanos.

En estos casos, al igual que cuando una mujer es agredida, es importante buscar apoyo y la ayuda necesaria para superar esta situación. Es imprescindible olvidar los tópicos cisheteronormativos propios de la cultura machista, como que "los hombres siempre quieren sexo" o "como te ha violado un hombre te vas a volver homosexual". De igual modo, no se debe hacer referencia a una supuesta debilidad del agredido o cualquier otra acusación que le haga sentir responsable del abuso, puesto que en ningún momento es así.

Seas cual sea tu género o tu sexualidad, tengas la edad que tengas, sea quien sea tu acompañante sexual, recuerda que el consentimiento es lo más importante en cualquier relación libre y responsable. No le debes nada a nadie por flirtear en un bar, por ponerte la ropa que quieres o por ser su pareja. Si algo te incomoda, si algo no te apetece, tienes todo el derecho a parar en cualquier momento.

Sin embargo, y lamentablemente, nadie está a salvo de las garras de la violación y los abusos en una cultura que protege y escuda a los agresores y responsabiliza a las víctimas. La única forma real de evitar estas situaciones radica en educar y enseñar, en formar jovenes y adultos libres, responsables y respetuosos, que conozcan los límites de su libertad en lo que a los demás se refiere. 

1 comentario:

  1. Recuerdo que siendo pequeña, iba con mi abuela por la calle y vimos a una mujer. Parecía normal, o al menos a mí me lo parecía. Era guapa y llevaba un vestido ajustado, como el mío: yo tendría ocho años pero mi vestido era ajustado, aunque claro, yo no tenía las formas femeninas de aquella señorita tan guapa. Mi abuela, de repente y sin que yo supiera por qué, hizo un comentario en voz alta "Luego se quejarán de que las violan".

    Por alguna razón, aquello me hizo sonrojar, repito, con ocho años. Me miré, y mi vestido era de minifalda, era ajustado, era rojo pasión. Qué vergüenza. ¿Me iban a violar? Lo cierto es que no pasó ni una semana hasta que volví a ponérmelo y esa misma tarde un hombre intentó hacerme daño, pero me escapé. Culpé a mi vestido. Culpé al color rojo y culpé a todos los vestidos del mundo así que desde los ocho hasta los veintimuchos solo he llevado vaqueros, he evitado enseñar nada de mi cuerpo y me he sentido culpable y temorosa. Y de repente me di cuenta de lo increíblemente estúpido que era todo: mi vestido no tenía la culpa, la tenía aquel hombre. Pero necesité 15 años para darme cuenta gracias a que todavía vivimos rodeados por este tema del "victim blaming" que es infinitamente más común de lo que pensamos. Mi abuela, la misma que no tuve escrúpulos en gritarle a una desconocida por la calle por vestir enseñando parte de su cuerpo, me reclamaba mientras crecía que yo no me vestía como una mujer, que no era femenina y me decía que estaría sola para siempre con mi actitud.
    Porque sencillamente, la única constante entre aquellos que usan el "victim blaming" es la incongruencia. Así de claro.

    ResponderEliminar