El post de hoy se separa un poco más de la línea de publicaciones que he hecho anteriormente, pero creo que es necesario, tanto para quien tenga curiosidad por conocer otra visión del tema como para mí misma, al darme la oportunidad de hablar sobre un tema que a menudo me reservo por la dificultad de crear contenido de opinión extenso en Twitter.
Es precisamente ahí, en la conocida plataforma de microblogging, donde he encontrado multitud de desafíos a "desmontar" (si es que algo así se puede hacer en el campo de la teorización de género) el artículo "Am I cisgender?", una publicación que, para bien o para mal, ha encontrado su hueco en la argumentación trans excluyente de ciertas ramas del feminismo.
Utilizando este escrito, muchas personas intentan justificar posiciones tránsfobas y/o trans excluyentes, que usar el término "cis" es discriminatorio, opresivo e, incluso, misógino, y otra serie de aseveraciones, cuanto menos, problemáticas y dañinas.
Antes de empezar, me gustaría referir este post, por si acaso fuera necesario a la vista del análisis que sigue. Si tuviera que pararme a intentar explicar y exponer la terminología, la longitud y los cambios de tema harían de mi disertación algo difícil de entender, y eso es lo último que me gustaría que ocurriera.
Empezamos.
El título del artículo es "Am I cisgender?" o "¿Soy cisgénero?", una pregunta que únicamente la propia autora puede responder con total seguridad. Sin embargo, aunque no puedo hablar por ella, sí que puedo dar unas ideas acerca de cómo podría saberlo. Puedo y lo haría, de no ser porque la primera frase del artículo reza
"I am a woman. This is something I have never questioned. It is something I know with almost complete certainty."
"Soy una mujer. Esto es algo que nunca he cuestionado. Es algo que sé con casi total certeza."
De acuerdo. Se acabó el artículo, ¿no? Ella se sabe mujer. No se lo cuestiona. Lo afirma con firmeza, aunque deje una apropiada apertura a la duda por aquello de no hacer declaraciones cerradas. Entonces, ¿qué puede haber en el resto del texto? Averigüémoslo.
El primer párrafo real es una referencia simplista a la visión tradicional del género: el binarismo y su asignación arbitraria de acuerdo a características propias del dimorfismo sexual. Este paradigma no es sólo una reliquia de tiempos pasados, es una barrera que muchos se empeñan en mantener erigida para despojar a muchas personas de sus derechos y libertades. En su favor, comienza la frase con "hace tiempo hubiera dicho...", por lo que puede que su desarrollo no trate de expandir esa ideología.
El segundo párrafo ya parece el inicio del desarrollo de un razonamiento propio, tras admitir, por fortuna, que las teorías modernas sobre el género rechazan la anticuada visión que comentábamos. Sigue, por otro lado, intentando razonar por qué es una mujer. Extrañamente, pese a ser lo primero que dice, pese a saberlo con certeza, sigue intentando buscar fuera algo que sólo existe en ella.
Distinto sería que se preguntara "¿por qué llamo 'mujer' a lo que soy?" o "¿por qué las categorías del género son como son?", lo que devendría en un complejo desglose del constructo sociocultural del género y su función de control como elemento de opresión. Sin embargo, ella se pregunta acerca de qué existe en la sociedad para apoyar su propia concepción de sí misma, algo que puede resultar imposible de encontrar salvo que pertenezcas a uno de los dos géneros clásicos, considerados aceptables y respaldados por el binarismo.
Su respuesta, por tanto, está basada en la percepción externa de su existencia, lo cual crea, obviamente, un bucle tautológico. Ella es una mujer porque la sociedad la trata como tal. La sociedad la trata como tal porque cumple con los patrones físicos y mentales que el constructo "mujer" engloba. ¿Como qué iban a tratarla? ¿Como un mono gibón? ¿Como una manzana? ¿Como una persona de género fluido entre mujer y agénero? Ninguna de esas realidades tiene representación ni soporte estructural en la teoría binaria del género, bien por ser realidades ajenas a dicho constructo o por pertenecer a una categoría no reconocida en él.
Esto genera diversos interrogantes, por ejemplo, ¿qué ocurriría si de un día para otro su ambiente se pusiera de acuerdo en tratarla como a un hombre? ¿Se reconocería como hombre? ¿Cambiaría su percepción personal de sí misma, sus intereses, sus aspiraciones, su comportamiento, a los de un hombre porque "los demás la tratan como tal"? Lo más probable es que no. No sólo porque sea una mujer, sino porque ya es adulta y el proceso de socialización de género ya ha concluido tiempo ha.
La socialización de género es el proceso por el cual, durante tu crecimiento, la sociedad te trata como un género, te provee de las herramientas para desenvolverte como tal y te asigna diversas metas relativas a las aspiraciones que "te corresponden" como miembro de dicho grupo. Así, las personas cuyo cuerpo es leído "mujer" se ven sometidas a un bombardeo constante de información que intenta condicionarlas a vivir de acuerdo a lo que marca el género "mujer" e igualmente ocurre para las personas cuyo cuerpo es leído "hombre".
Este proceso, y esta visión del mismo, llevan a mucha gente a argumentar que las personas trans no son "reales", pues han debido pasar por él. Sin embargo, existimos muchas personas que, a pesar de los intentos incesantes de la sociedad por imponernos una determinada concepción de la realidad y de nosotros mismos, acabamos bien interiorizando las señales correspondientes al género contrario o bien interiorizando aquellas que mayor correspondencia tienen con nuestra forma de ser y de entender la realidad que nos rodea. De esta forma, multitud de personas existen en un espacio fuera de las compuertas del binarismo género-genitalidad.
Por tanto, desde otro punto de vista de su misma explicación, es una mujer porque la socialización "mujer" ha tenido sobre ella el efecto esperado, en la medida en que ella misma afirma pertenecer al colectivo.
El tercer párrafo comienza con la aparición del término "cisgénero". Ya no es sólo una mujer, ahora es una "mujer cisgénero", y eso le plantea una serie de interrogantes. La pregunta central para el artículo que nos ocupa es "¿Soy realmente cisgénero? ¿Se puede utilizar ese término conmigo o con cualquier otra persona?". Comenta que, cuando lo entendió como "oposición a trans-", le pareció bien. Sin embargo, algo cambió.
El siguiente y cuarto párrafo es cuando la cosa empieza a convertirse en una serie de malentendidos, en un batiburrillo terminológico que, visto tal y como lo explica, puede generar la confusión que le embargó.
Para empezar, identifica "ser trans" con "sufrir disforia", y "sufrir disforia" con "sufrir angustia y malestar acerca del propio cuerpo". Bajo esas premisas, puedo entender lo que sigue. Sin embargo, esto no es más que un problema conceptual.
"Ser trans" no es necesariamente "ser del género binario opuesto al asignado". Como ya comentábamos, existe un abanico de identidades de género que viven en ese espacio gris entre las cajas "hombre" y las cajas "mujer".
"Sufrir disforia" no es "angustiarse porque no te gusta tu cuerpo". La disforia de género es un problema de autoimagen causado por la constante ráfaga de imposiciones acerca de cómo deben ser los cuerpos de un hombre y de una mujer, desde la perspectiva del binarismo y que, a grandes rasgos, consiste en la incapacidad de ver la identidad propia reflejada en el cuerpo físico que ocupamos.
Así, la confusión en que cae esta chica es fruto del desconocimiento y/o simplificación del concepto pleno de "disforia". Lo identifica con los problemas de autoimagen derivados de los cánones de belleza impuestos a la mujer desde el patriarcado, y eso puede que más adelante acabe produciendo mayores confusiones y problemas de entendimiento.
Es innegable, por supuesto, que el patriarcado, el capitalismo y otras estructuras de poder crean unos cánones de belleza a menudo inalcanzables. También es imposible negar que la misoginia a través del tiempo ha creado una serie de ideas acerca de los cuerpos leídos mujer que provocan mucho malestar en las personas que los habitan. Sin embargo, en la ecuación de los problemas de autoimagen, los resultados dependiendo de cuales sean las fuentes y cuales los receptores de estos mensajes.
"Tu cuerpo no es suficientemente bueno"
"Tu cuerpo es sucio, maligno y pecaminoso"
"Sufres un trastorno psíquico porque te identificas con un género que no se asocia a tu cuerpo"
"Tu identidad no es real porque veo tu cuerpo y no se parece a lo que la sociedad dicta que debe ser"
Estas ideas provocan problemas de autoimagen, pero no tienen el mismo origen ni generan las mismas consecuencias en quienes las sufren. Además, la sociedad tampoco las trata del mismo modo, lo que crea una nueva problemática para cada una.
Por último, con respecto a "ser trans", trata el tema de las operaciones de transición como algo imprescindible para ser trans. Esta idea está muy extendida debido al discurso biomédico y a la total identificación genitalidad-género (cisexismo) que ha existido durante tanto tiempo en nuestra cultura. Las mujeres son mujeres porque tienen vagina y los hombres son hombres porque tienen pene. Estos dos órganos y los aparatos de que forman parte han sido "culpados" de todas las diferencias que el constructo del género ha asignado a cada uno de ellos, así como de todos los "problemas" que, a lo largo del tiempo, se les han ido achacando.
Sin embargo, esa necesidad no existe. Las personas trans lo son siempre, no únicamente a partir de una intervención quirúrgica. De una visión avanzada del género, deriva una comprensión mayor de la realidad que abarca, y esto nos lleva a separar la identidad personal del cuerpo en que vivimos. Aun así, y a pesar de todo, seguimos viviendo en una sociedad terriblemente tránsfoba y trans excluyente, por lo que muchas personas trans deciden pasar por el proceso de reasignación sexual para protegerse, pasando más fácilmente por cis; aunque otras lo hagan por decisión propia independientemente.
Nos vamos, por fin, a los párrafos quinto y sexto. Estos párrafos son una extensión argumental del anterior, hablando, en términos de duda, de la identidad de género. No está mal esbozado, pero es tremendamente simplista. La identidad de género no es "con qué género te identificas", sino que es una realidad compleja entretejida por los hilos de tus aspiraciones, tus necesidades sociales, cómo quieres que la sociedad te reconozca, cómo eres, qué te gusta, etcétera. Si antes la autora hablaba de que es una mujer "porque la sociedad la trata como tal", la identidad de género sería el "tal". Cómo te tratan los demás, qué pronombres utilizan o qué reacción existe ante tu ropa, tus aficiones, tu forma de hablar, tu expresión corporal, tus metas... o lo que es lo mismo, ante tu expresión de género.
Por tanto, lo que se expresa en el séptimo párrafo entra en conflicto tanto con la teoría de género como con lo que ella afirma a lo largo de este artículo. En él, afirma no sentir ningún tipo de identidad personal. Sin embargo, ¿no fueron las primeras palabras que encontramos "soy una mujer, con casi absoluta certeza"? Alguien podría argumentar que quizá esta chica sea agénero, pero me resulta curioso cómo esa idea, la de "no sentir ningún tipo de identidad personal", se escucha muy a menudo de personas cis.
Es, de hecho, una afirmación habitual cuando se enteran de que existen personas trans y de que existen identidades más allá del binarismo. No sólo lo he leído en este artículo ni en twitter, sino que lo he vivido en persona casi en cualquier momento que salga a colación el tema. Y es muy a menudo que esta afirmación se hace para negar la experiencia de las personas trans, en lugar de como expresión de algo personal. No es "vaya, yo no me siento así", sino "como yo no me siento así, lo que tu sientes es irrelevante, inválido o inexistente", algo que se huele venir por aquí.
Continúa, en el párrafo octavo, arguyendo que el término "cis" es una estrategia para decir que ser trans no es "anormal" y que hay algo (no deja muy claro el qué) que no le permite negar que tenga una identidad de género. Quizá viva con alguien que le apunta con una pistola para que no lo niegue, porque lleva ya ocho párrafos escritos y no lo ha negado. Es más, en lugar de negarlo, empieza el artículo con "Soy una mujer". Señora, por favor, decídase. Si yo la voy a querer lo mismo sea usted una mujer o no, pero sea coherente.
A partir de aquí, el resto de párrafos son una verborrea acerca de cómo ella es una víctima de la opresión de "ser considerada cisgénero", porque ella "no tiene una identidad de género". Existen algunas ideas interesantes acerca del género como opresión construida, pero no deja de ser, en conjunto, un discurso victimista acerca de algo que no le afecta absolutamente nada.
Yo soy la primera que considera el género un constructo horrible, que oprime y constriñe nuestras libertades y nos coloca a muchas en situaciones de indefensión, de impotencia o de peligro. Sin embargo, y pese a que creo que la lucha por un mundo libre de los prejuicios derivados del género es importante, no veo cómo, hasta entonces, el término "cisgénero" crea inconveniencia alguna en quienes lo son.
Esta mujer siente un impulso tremendo de rechazar el término, porque asegura que "le impone tener una identidad de género" a pesar de que la ropa que utiliza o las aficiones que tiene se puedan considerar "poco femeninas". Y sin embargo, sintiendo la repetición, su presentación ha sido "soy una mujer". Defiende ser una mujer que hace cosas "poco femeninas". Seguramente, si le preguntaran "¿Eres un hombre?" respondería negativamente.
No tiene más vuelta de hoja, de verdad. Si te asignaron el género "mujer" al nacer y tu respuesta a "¿Eres mujer?" es afirmativa, eres cisgénero. De la misma manera, si te asignaron el género "hombre" al nacer y tu respuesta a "¿Eres hombre?" es afirmativa, eres cisgénero. Y no pasa nada. De verdad.
No tienes que ser la viva imagen del estereotipo de tu género. Puedes seguir luchando por romper las barreras que éste te impone. Puedes adoptar elementos "típicamente del otro género". La ropa no deja de ser ropa, y las aficiones no dejan de ser actividades de ocio. El trabajo no deja de ser una forma de ganarte la vida. Puedes desafiar todos y cada uno de los preceptos tradicionales y, mientras tú seas fiel a ti mismo al responderte a esa pregunta, estarás en lo cierto.
Por tanto, creo que he expuesto con cierta claridad lo que, para mí, implica este artículo. Hay mucho más de lo que me gustaría hablar en base a esto, como el futuro de la abolición del género, la actual homogeneización masculina del género o la reivindicación de la feminidad como valor, pero esas reflexiones deberán ocupar su propio espacio.
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